lunes, 31 de mayo de 2021

 

¡Hola desde (por fin) Liubliana!

Para los que tengan dificultades para seguir las tramas complejas, haremos un pequeño resumen, así como hacen las telenovelas turcas. Hace mucho tiempo (dos días) nuestra heroína se embarcó en un arriesgado y peligroso viaje nunca ante ensayado (por lo menos en nuestra era, la era post-covid) para llegar a uno de los últimos estados de Europa (con permiso de Puigdemont). Así fue como consiguió llegar hasta la jovencísima Eslovenia (de hecho, más joven que nuestra propia heroína, pues el país nació como estado en 1991), no sin antes caer capturada en una lóbrega prisión (un hotel de aeropuerto, cosa siniestra donde las haya; para que os hagáis una idea, las ventanas estaban selladas, no se podían abrir, y el café era de Starbucks) teutona, donde tuvo que pasar la noche y alimentarse tan solo de sopa y cerveza (que es como decir a pan y agua), dado que el restaurante de la prisión (el aeropuerto) era tan caro que el vale de 20 euros que le pasaron como compensación por el secuestro no daba para más.

Sin embargo, nuestra intrépida heroína consiguió escapar indemne de las fauces de los teutones (gracias al control de aeropuerto de Frankfurt) y finalmente logró el salvoconducto (la tarjeta de embarque) para poder acceder a la República de Eslovenia, donde el campo es más verde, el cielo más azul y las gentes hablan una lengua del demonio que no hay quien entienda. Pero nuestra heroína no se lamenta, porque después de haber pasado toda la noche convencida de que: a) se iba a tener que pasar siete días en la prisión del hotel del aeropuerto haciendo cuarentena; b) no tendría que hacer cuarentena pero no le iban a aceptar la PCR y se iba a tener que volver a Málaga cabizbaja; c) si nada de eso sucedía, seguro que el vuelo se iba a caer en el camino porque el destino se había empeñado en que no llegase a Liubliana... Pues como digo, después de haber sorteado a, b y c, nuestra heroína no cabe en sí de gozo. 

En fin, puesto que parece que todo va a costar una enormidad en tiempo y esfuerzo, supongo que no será hasta mañana cuando nuestra intrépida heroína consiga acceder a algún tipo de contenido sobre el curso que ha venido a hacer, así que en el día de hoy tan solo puede hablar de la ciudad, que por cierto, es muy bonita, y tiene un río que se llama Liublianica (¡en serio! ¿sabíais eso?), y un centro histórico que parece un decorado de película, todo ordenado y limpio, y una gran cantidad de personas que se desplazan en bicicleta por la ciudad (aquí no rige la costumbre árabe de hacer todo lo más cuesta arriba que se pueda, así que la gente sin piernas de acero puede montar en bici). En todo caso, lo de las piernas de acero puede que acabe siendo una realidad, puesto que el hotel de nuestra heroína (el más barato, claro) está prácticamente en la frontera con Austria, así que nuestra protagonista tendrá que recorrer grandes distancias cada día para poder llegar al castillo de Skupina Primera.

Y bueno, esto es todo por hoy, os dejo una preciosa vista de los Alpes desde el avión, y una (no tan preciosa) vista de los Alpes desde el barrio del hotel.



   



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