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Pues aquí una captura de la sesión de hoy. Como podéis apreciar, los compañeros rumanos y húngara han decidido que lo de la mascarilla es cosa del pasado, y en este caso la profe ha seguido la misma filosofía. Solo hay una pringada en el curso que lleva todo el tiempo la mascarilla bien puesta, cubriendo la nariz y la boca, y voy a dejar que adivinéis quién es esa persona.

¿Y qué hemos aprendido hoy? Pues técnicas para poner en práctica lo que en la jerga llaman "lenguaje de jirafa", frente a la opción del "lenguaje de chacal", que parece ser que es el que no interesa y hay que superar. Entonces la profe hizo eso que no hay que hacer, que es poner en evidencia al alumno, en este caso a mí. Me preguntó que si yo, como bióloga, sabía por qué se había elegido a la jirafa como representativa para ese lenguaje que tenemos que practicar, y yo, que hoy me he despertado a las cinco y veinte y no he podido volver a dormirme, y que tengo que recorrer millas de asfalto y bosque para llegar al curso, me he quedado en plan conejo deslumbrado por los faros del coche y... y.... "¿Porque no tiene cuerdas vocales?" ha soltado una vocecita bajo la mascarilla, lo cual es una respuesta absurda donde las haya, pues ¡vaya lenguaje, sin cuerdas vocales!

Después me ha dejado por imposible (yo seguía allí "¿Porque es herbívora?" "¿Porque ve todo muy bien desde allí arriba?") y ha dado la solución: porque en proporción a su cuerpo tiene el corazón más grande que hay. Y entonces he recordado vagamente algo que había leído sobre la dificultad extraordinaria que supone impulsar la sangre hasta la cabeza de la jirafa, y la problemática logística que se le plantea cada vez que la tiene que bajar para beber en el río (ahí tiene que intentar que no le dé un ictus). En fin...

En oposición a la jirafa, el chacal representa para la profe y los de su gremio el lenguaje de la jerarquía, la competición, el juicio moral sobre los otros , el discurso de los "losers" y los "winners"... Bueno, espero que la Asociación de Amigos del Chacal no esté leyendo esto, porque vaya fama. Pero qué le vamos a hacer, los filósofos dicen que somos el animal simbólico.

Pues una vez dejados claros los conceptos (a pesar de mis intervenciones, porque si lo de la jirafa era absurdo, os voy a ahorrar mis descripciones del chacal), ahora había que practicar para escuchar al otro sin juzgar, y para aprender a ver las razones del otro en los posibles enfrentamientos. Ha sido una sesión intensa, ya que hemos practicado mucho, y para ello la profesora nos ha hecho buscar situaciones de conflicto no resuelto satisfactoriamente en nuestro pasado, momentos en los que debimos decir que no y no supimos, debilidades de nuestra forma de comunicar,... Con lo cual ha sido inevitable revivir algunas situaciones que estaban mal enterradas. 

Lo que he descubierto hoy es que tener hijos te da una ventaja tremenda en este tipo de ejercicios: los que tenían hijos no tardaban ni dos segundos en encontrar una situación de conflicto para ponerla en escena, ya fuera por el orden de la habitación, la ropa, etc. Los que no, teníamos que andar ahí devanándonos los sesos para acordarnos de una pelea con algún amigo, colega, o un conflicto en la cola del autobús. Ahí la profe húngara me ha ganado en situación más absurda, porque por lo visto tuvo un desencuentro sobre encender o apagar la luz del pasillo del instituto en plena luz del día, y no se ha recuperado del todo. Comparado con mi amiga que me colocó a su perro mientras se fue al Reino Unido, lo mío parece más lógico.

Y así hemos pasado la sesión de hoy, que en términos generales abogaba por una comunicación no violenta. A ver qué tal me sale todo esto cuando tenga que pedirle a XXX que apague el móvil, o que se siente, o que deje de berrear con la mascarilla bajada. Es broma, estoy totalmente de acuerdo con superar el lenguaje de las órdenes, las exigencias y las jerarquías. ¡Pero creo que el pobre chacal se está llevando una mala fama que no veas!