GOOD-BYE LIUBLIANA

 

Bueno, pues llegó a su fin la semana. No me atrevo a decirlo muy alto, no vaya a ser que encuentren alguna razón para impedirme la salida de Eslovenia. Yo, por si acaso, me he hecho un test PCR, uno de antígenos y he descargado el certificado de que tengo una dosis de la vacuna, además de tener ya relleno el formulario que exige el gobierno de España para permitir la entrada y el checkin de Lufthansa.

La jornada de hoy ha sido bastante productiva. Hemos reflexionado acerca de lo que produce el conflicto, las razones que lo alimentan y las vías que tenemos para resolverlo. Como siempre en el curso, más que una "chapa" sobre lo que hay que hacer, se ha jugado a ponernos en situación mediante ejercicios. Y hay que decir que el método funciona muy bien, puesto que genera una implicación emocional que produce una introspección más honesta que cuando podemos permitirnos la distancia sobre aquello de lo que se está hablando (esto, hablando de "chapas").

En la parte final del curso la profesora se ha esforzado (bastante infructuosamente, todo hay que decirlo) por que saliese algo concreto de nosotros, alguna inicativa que se pueda llevar inmediatamente a nuestros centros, y no solo un rosario de palabras biensonantes, del tipo "ser tolerante", "empático/a", "escuchar las razones del otro", etc. Yo, como he asumido el rol de la chica buena del grupo, he intentado hacer lo que la profe quería, y he sacado un par de ideas que propondré a la vuelta. 

Como la propia profe decía, una de las partes más complejas de este tipo de proyectos es lograr la diseminación, es decir, que lo aprendido no se quede en la persona que lo escuchó. En fin, a eso nos dedicaremos a partir del lunes, de momento toca replegarse y dejar que se haga la digestión de este intenso viaje.

De Liubliana me llevo en la retina la inmensidad de sus bosques...

 

Esto es un sendero del Tívoli, el gran parque del oeste de la ciudad. Caminando por él, es fácil creerse en pleno campo.

También me llevo el cuidado en el diseño y la arquitectura de la ciudad, el esfuerzo por homenajear a los que han contribuido a ser lo que son, las baldosas de metal en el suelo que recuerdan a los deportados a los campos de concentración nazis, los profesores de la universidad con sus bustos en la entrada, los militares con su correspondiente corona de flores junto al monumento, ....

Aunque en algunos casos se puede fácilmente pasar la línea que separa lo kitsch de lo hortera:

Y por último, ese carácter frío y despegado de la gente, esa manera de desplazarse por la ciudad como si los demás no existiesen. Viendo a sus gentes, cuesta creer que la historia de este pequeño país esté salpicada de tantas y tan violentas pasiones.

 En estos días solo me han mirado, aparte de las personas del curso, los perros y los niños, pero estos últimos solo hasta los cinco años más o menos. De hecho, hoy una pequeña de unos dos años se ha sentido indignadísima porque cuando me estaba mirando le he sacado la lengua. ¡No se lo podía creer!

Del curso me llevo un sabor agridulce, la verdad. La formación me ha parecido muy buena, y las profesoras han sido excelentes profesionales, pero creo que uno de los objetivos, que es el de intercambiar experiencias y aprender de los otros para enriquecer nuestra propia práctica docente, ha quedado lejos de alcanzarse. En el curso se ha concentrado una mayoría de personas procedentes no solo del mismo país (Rumanía), sino incluso del mismo colegio, algunos de los cuales no hablaba inglés, y se han agrupado siempre entre ellos, sin hacer ningún esfuerzo por contactar con los demás (los demás, en este caso, éramos dos: la profesora de Hungría y yo). Así que el desequilibrio era demasiado grande como para que pudiese compensarse; de hecho, los ejercicios del curso los hacían a menudo hablando entre ellos en rumano, y en ningún momento tuvimos el más mínimo contacto fuera de las horas de formación. Así que yo he aprendido solo de Eszter, y ella solo de mí. 

Y en fin, he conseguido tener un buen plano de la ciudad en la cabeza a base de dar vueltas de un sitio a otro, así que no me voy a quejar. He aprendido mucho.